Símbolos del Ecuador: Representaciones de Nuestra Identidad Cultural

El Proyecto Íconos bajo la Piel, recopiló y esquematizó la tradición de símbolos del Ecuador, expresados en las artesanías elaboradas por las culturas ancestrales.

Iconografía y simbolismo en las culturas indígenas del Ecuador

La fundación Sinchi Sacha y el Museo Mindalae, junto con el apoyo de la Unión Europea, registraron e identificaron las principales iconografías emblemáticas del Ecuador ancestral norandino.

Ecuador es un país multicultural con una rica tradición artística y artesanal que refleja su diversidad cultural y natural.  Del trabajo artesanal producido por las culturas ancestrales se registraron 2500 representaciones de 14 áreas culturales del País.

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Símbolos del Ecuador en las Artesanías: Expresión Cultural y Ancestral

Las artesanías ecuatorianas son más que objetos decorativos; son portadoras de los símbolos del Ecuador, plasmando estéticas autóctonas y códigos visuales que enriquecen la identidad nacional.

En las culturas ancestrales, donde la escritura no existía, la tradición oral y los íconos se convirtieron en los principales medios de expresión. Estos símbolos se encuentran en una variedad de formas artesanales, desde la cerámica hasta los tejidos, cada uno cargado de significados que narran la historia, las creencias y la conexión con la naturaleza de los pueblos originarios del Ecuador

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Descarga la iconografía.

La sorprendente iconografía conectada a las estrellas.

Los pueblos pastos habitaron el territorio de Las actuales jurisdicciones de Carchi (Ecuador) y Pasto (Colombia), un ambiente frio y montañoso, desde el año I de nuestra era, hasta inicios del siglo XIX, en el que aún eran visibles sus vestigios (Rodríguez, 2004:88), aunque algunas comunidades y descendientes contemporáneos, consideran que su pueblo no ha muerto. Los primeros habitantes proceden de migraciones de Pichincha, Imbabura (Cultura Cotocollao y La Chimba), que crearon señoríos autónomos poco complejos. Entre el 500 dc y 1200 dc se desarrollaron  una sociedad jerarquizada, compleja, regida por seöores étnicos, conocida como «protopastos». Entre 1200 dc y 1490 dc «Ios pastos» perdieron ventaja frente a sus vecinos, debiendo aceptar relaciones inequitativas, mientras los señores étnicos perdieron centralidad.
Participaron en la resistencia contra los incas, fueron conquistados y
parcialmente integrados, siendo desvalorizados por su escasa centralidad político-organizativa.

Poderosos, ceremoniales y productivos.

La región comprendida entre los ríos Guayllabamba y Mira, en el norte del Ecuador actual, constituye antes de la conquista incaica, la zona de mayor desarrollo econ6mico y complejidad política y social del mundo norandino. Fue una verdadera drea cultural llamada por algunos historiadores, como la área de «los caras o caranquis”, es decir un espacio geográfico y sociopolítico que logró una fuerte unidad lingüística, conocimientos tecnológicos similares, practicas rituales comunes y sistemas económicos y políticos parecidos. Este proceso de construcci6n del drea cultural, tom6 unos dos mil doscientos años: comenz6 en el periodo formativo, entre los 700 ac y 250 dc con la llamada secuencia cultural «La Chimba»; se continu6 tras una ruptura, con la fase de los Señoríos étnicos jerarquizados hacia el año 300 dc que tuvo una fuerte consolidaci6n hacia los años 700 y 1470 cuando lograron construir grandes obras como las llamadas «tolas», los «camellones», terrazas y las obras de riego, cuesti6n que les permitió una importante intensificación productiva que genero los excedentes necesarios para construir poderosas redes de intercambio y una confederaci6n muy cercana a una formaci6n estatal, que tuvo la capacidad de oponer una resistencia de entre diez a diecisiete años a los incas y someter a pueblos vecinos como los Quilcas, Lachas y Cahuasquíes

Solar-es e influyentes.

Los primeros asentamientos de bandas de recolectores y cazadores en el actual territorio de la hoya del Guayllabamba, se produjeron en la fase denominada «Paleoindio» (Ila16). Las terribles erupciones del Pichincha no permitieron una continuidad histórica de estos grupos, produciéndose notables hiatos en su proceso. Desde el periodo denominado «Formativo», a partir de 1750 ac los procesos de poblamientos continuos con la fase denominada por los arqueólogos «Cotocollao», compuesta por sociedades tribales igualitarias, que, a su vez, se diseminaron por todo el norte ecuatoriano. A partir del 500 ac se desarrollaron sociedades más estratificadas tipo señorío étnico, como las llamadas fases La Florida y Chaupicruz, en el norte, a tiempo que en el sur. se transitaba de Ia fase Cosanga a la Panzaleo, cuya cerámica circulé en toda la sierra centro-norte. Producto de estos dos procesos coetáneos, los señoríos étnicos que se consolidaron hacia los 570 dc y que se mantuvieron hasta Ia conquista incaica en 1470, mostraban diferencias lingüísticas y organizativas: en el sur de Quito, señoríos con llajtas más complejas y un idioma distinto al norte de Quito, que presentaba llajtas menos complejas (Salomón y Grosboll, 1986). Aunque se especula de una posible alianza de los dos grupos de señoríos frente a los incas, hacia 1470 fueron sometidos.

Shamánicos, dispersos, pero con poderosos centros rituales a partir de los años 900 dc, aparecen en la zona noroccidente de Quito (zona norte y sur), los pueblos yumbos, cuya procedencia no es muy clara, bien podría provenir del flanco oriental 0 de pueblos serranos adentrados al bosque húmedo. Su organización social reta a las diversas clasificaciones ensayadas por la Arqueología: se trata de pueblos con un hábitat disperso que no reconocen a un señor étnico, por tanto no pagan tributos, siendo en este punto muy cercanos a las formaciones tribales. Sin embargo, son grandes comerciantes que transitan diversos caminos (culuncos) llevando y trayendo productos, anudando relaciones diplomáticas con diversas redes de intercambio y al mismo tiempo, edifican importantes centros ceremoniales, cuesti6n que muestra una alta convocatoria de los shamanes, pareciéndose en este aspecto más a los señoríos étnicos Los pueblos yumbos desaparecieron en el siglo XVIII, debido a diversos factores: la presión colonial (presión tributaria, cristianización, creación de haciendas, apertura del camino a Esmeraldas y recluta forzada de su fuerza de trabajo), conflictos interétnicos producidos por la presencia española, guerra intra-shamánicas como forma de resistencia extrema. Las erupciones del Pichicha (del siglo XVII) también contribuyeron en su extinción.


Los hijos del Chimborazo.
El territorio de las actuales provincias de Tungurahua, Chimborazo y Bolívar, constituye el drea de los puruhaes en el siglo XVI, al momento del contacto con los españoles. La zona ha Sido escasamente investigada por los arque610gos, de manera que las informaciones disponibles son aquellas aportadas por la Arqueología tradicional.
«Desarrollo Regional» entre 500 y 500 dC, es decir, en la época de los señoríos étnicos poco centralizados. Entre 500 dc y 1460 dc, se habría conformado el drea de los puruhaes, que habrían logrado cierto nivel de confederación para su resistencia a los incas. Hacia 1460-70 dc los incas conquistaron este territorio aplicando un extenso programa de incanización que había logrado importantes transformaciones de sus sistemas productivos acercándolos a los «archipiélagos artificiales» surandinos, la construcci6n firme del Qapaq Ñan con sus respectivos tambos y sistemas de abastecimiento, la conversión de los dirigentes étnicos en administradores dependientes del aparato tributario del Tawantinsuyo, la imposici6n de los sistemas organizativos (dualidad y tripartici6n) y de Ia ideología religiosa (Salomón, 1975). Sin embargo, muchos de estos sistemas se mostraban aún tolerantes con las formas anteriores. Los puruhahes constituyen en la actualidad el grupo indígena más grande del país, aunque tienden a identificarse específicamente con la actual provincia de Chimborazo. 

Luna, guacamayas y serpientes.
La región comprendida en las actuales provincias de Azuay y Cañar, parte de Chimborazo (Chunchi) y parte de Loja (Saraguro), pertenecieron, en la época del impacto español, a la drea cultural de los «cañaris». Los primeros habitantes llegaron a la zona, hacia el 8.060 ac, es decir, en la época del paleoindio, eran bandas de cazadores y recolectores con algún tipo de organizaci6n social. Sin embargo de que hay Otros vestigios parecidos en diversos sitios, Ia investigaci6n no ha logrado todavía definir su continuidad histórica, de manera que, el inicio del área cultural podemos marcarlo hacia el 2.500 con el surgimiento de la poderosa sociedad tribal «Narrio». Se trat6 de una sociedad con agricultura, pequeñas aldeas, manejo de pisos ecológicos, caza y recolecci6n, producci6n de cerámica fina, cierta especializaci6n en la producci6n de objetos de spondylus y piedras semipreciosas. Hacia el 500 ac surgen los señoríos étnicos, fase denominada por los arque610gos como Tacalzhapa, que se continúa con la llamada fase Cashaloma (Idrovo, et.all, 1991, 2000) siendo en realidad parte del mismo proceso de construcción del drea cultural, los cañaris fueron conquistados por los incas hacia 1460, quienes crearon el centro administrativo más importante del Chinchaysuyo lejano en Tumipamba; construyeron el Qapaq Ñan, los tambos y los sistemas de abastecimiento; introdujeron elementos de su organización social y política, y convirtieron a muchos guerreros cañaris en la guardia personal de los incas.

Increíble manejo de la humedad en la tierra de la perdiz altiva de los Andes. 

Los primeros habitantes en los actuales territorios de la provincia de Loja, parte de Zamora y EI Oro, que conformaron el territorio de los paltas, datan del paleoindio entre los 8850 ac y 2000 aC, de los que se han registrado asentamientos en Catamayo y el Alto Chinchipe. Entre los 2000 ac y 300 ac, aparecieron formaciones tribales sedentarias, muy influidas por grupos del sur y la costa (Chavin y Machalilla) que manejan en pequeña escala la agricultura, el riego y los cultivos al borde de los ríos, que se combinaban con la caza, la recolección y la pesca en los ríos. Sin embargo, se puede advertir mucha movilidad espacial, ligada seguramente con eventos climáticos. Hacia el 330 ac Llegaron nuevos grupos por oleadas del oriente, la poblaci6n se estabiliza y comienza la verdadera formación de la drea cultural. Surgen Sehorios Étnicos en Catamayo-Oña; pero se mantienen grupos tribales sedentarios en la periferia (Catacocha, Cariamanga). EI principal aporte de los paltas fue la creaci6n de un elaborado sistema de manejo de la humedad adaptado a la inestabilidad climática de la zona. Hacia 1460 se creó una Confederaci6n de los Paltas para resistir a los incas; tras su conquista, las paltas fueron incluidos en una jurisdicci6n incaica administrada desde Tumibamba (actual Cuenca). Sufrieron el impacto de las guerras de sucesi6n dinástica (AtawaIpa-Wáscar), pero, sobre todo, experimentaron una fuerte disminuci6n por las pestes que llegaron con los españoles, las entradas de conquista al
oriente y la minería.

De shamanes de jefes a intermediarios.

La franja costera de las provincias de Manabí, Guayas. parte de Esmeraldas y de El Oro. fue el territorio de la extensa y compleja área cultural de los «Manteños- huancavilcas y Lampunas. Basaron Su economía en la caza, recolección y pesca, llegando a cultivar maíz hacia el 6.500 ac, siendo la primero cultura ecuatoriana en lograr. Su proceso continué en la llamada cultura Valdivia que a través de una agricultura más sostenida de frijoles y maíz logré la sedentarización en asentamientos aldeanos como Real Alto, la producci6n de textiles y de cerámica y una organizaci6n tribal dirigida por poderosos shamanes que predecían las lluvias. Entre 3.200 y 500aC Valdivia se abri6 a los intercambios con Otros grupos. elaboraron nuevos instrumentos de piedra y conchas que hicieron más eficiente la agricultura de roza y quema; diversificaron la cerámica y la textilería: crearon campos elevados para cultivar las áreas húmedas intensificando la agricultura, comenzaron los intercambios a distancia (concha Spondylus y obsidiana. controlados entonces desde Narrfo-Canar). Las etapas denominadas Machalilla (1.800 ac a 1.000 ac) y Chorrera (1200 ac-500 ac). son en realidad procesos que continuaron el desarrollo valdiviano, y deben ser entendidos como parte de formaci6n de esta gran área
histérico-cultural. Entre el 500 ac y 750 dc dieron un enorme salto a intermediarios de los intercambios a larga distancia 10 que permit6 el aparecimiento de varias jefaturas que Controlaron esos intercambios: Jama-Coaque, Bahía, Guangala, entre las principales. Desde 750 dc hasta 1525, cuando llegaron por primera vez los españoles, las jefaturas lograron federarse en una «liga de mercaderes», dirigidos por jefes fuertemente diferenciados de la sociedad (Marcos, 1986:41). Desde 1519. La llegada de las pestes traídas por los europeos que anticiparon de esta manera su presencia, devastaron a la población local. que disminuyó de 20 a 1. en la estimación más conservadora, cuestión que ha dificultad.

Los de las hachas y aretes múltiples.

El territorio de «Los Chonos», llamados «daulis» por los españoles y
«cultura Milagro-Queved0» por los arqueólogos, comprendió la zona
que se extiende desde el sur de Manabí, la provincia de Los Ríos,
parte de Guayas, es decir, las fértiles cuencas de los ríos Daule y
Guayas. Esta cultura se habría establecido en la zona como producto
de una invasión tardía de pueblos de origen amazónico (probablemente quixos) en los años 500 dc. Los arqueólogos establecen dos fases, una denominada «Quevedo» organizada en un señorío étnico, entre los 500 y 1000 dc y una segunda fase, denominada «Milagro» en la que habría alcanzado el estatuto de una jefatura que hizo sentir su presencia desde Manabí hasta Jambelí, que subsistió hasta el siglo XVII en los tiempos coloniales. De esta gran cultura se destaca la habilitación de las zonas inundables con la construcción de camellones o campos elevados, cuestión que les permitió una producción agrícola intensiva, que se complementó con los intercambios (mullos, sal, cobre), llegando a tener un patrón universal de cambio: las hachas-moneda. También se distinguieron por la profusa construcción de tolas (urnas funerarias múltiples y vasos) en todo su territorio (León Borja, 1965) y un trabajo altamente perfeccionado en la producción orfebre, de piezas de oro, plata y cobres dedicados a su adorno personal (aretes en toda la oreja,
collares, narigueras, pectorales, brazaletes e incrustaciones). No fueron conquistados por los incas, que se limitaron a intervenciones puntuales entre sus vecinos los huancavilcas.

El diseño ritual.
La zona arqueológica denominada La Tolita reviste una particular importancia por su impresionante producción iconográfica, aunque su
constitución como área cultural no sea muy clara, ni su vigencia en el tiempo. Según las investigaciones arqueológicas, el área Tolita- Tumaco (sur de Colombia), estuvo habitado por una sociedad tipo cacicato altamente jerarquizado entre el 600 cc y 400 dc (Alcino,
1 979; Bouchard, 1995; Patiño, 1997). En la última etapa de su proceso, Atacames era una de los pueblos vinculados por la Liga de Mercaderes (Huancavilca, Manteño, Punaes) al intercambio costeño de larga distancia. Su enorme producción iconográfica se evidencia en el repertorio preciso y limitado de representaciones con motivos simbólicos fuertemente figurativos (Ugalde, M.F, 2006). Más allá de ser
un posible cacicazgo, es un centro ceremonial que produce íconos que sintetizan y repoducen elementos simbólicos de diversas culturas
mesoamericanas y surandinas de diversos tiempos. Al analizar diversas piezas, como el Animal Lunar y el «Picasso» Precolombino, Ugalde muestra las relaciones de estas representaciones con culturas de otras regiones (como Chavín, Moche, entre otras), que pudieron convertir a esa iconografía en un especie de síntesis de un proceso histórico. Estos estudios muestran las intensas relaciones de La Tolita con el proceso del área que hemos denominado Manteño-huancavilcas-Lampuna, siendo en diversas maneras, parte de esa área cultural.

La tierra e los pen es y los caciques gaces.
La zona de los quixos corresponde al espacio que se extiende entre el río Coca al norte y noreste, el río Napo al sur y sureste, y al oeste la cordillera real. A diferencia de las otras áreas culturales, la periodización propuesta por la arqueología no funciona, puesto que buena parte de estos pueblos mantuvieron (algunos hasta la actualidad) SIJ condición de cazadores y recolectores. La zona más conocida, poblada y centralizada, estuvo habitada desde el 400 ac por una importante sociedad tribal que conocía la agricultura y la cerámica denominada por los arqueólogos Cosanga-píllaro, que tuvo un enorme radio de influencia en la sierra (sobre todo con los panzaleo) e incluso en la costa, considerándose que muchas de estas culturas derivan de aquella. Las investigaciones muestran cuatro particularidades de esta área histórico cultural: (i) el poder político no se había separado de la actividad shamánica, era ejercido por la misma persona (los pendes) a los que les entregaban ciertas prestaciones cercanas al tributo: (ii) se trata de grupos pequeños de 15 a 20 casas dirigidos por un shamán-cacique, que podían unirse y nombrar temporalmente una autoridad central en momento de conflicto, nombramiento que era retirado ceremonialmente una vez superada la emergencia: (iii) se trataba de una sociedad que combinaba la agricultura con la caza, la
recolección y el intercambio de productos con la sierra, a los que proveían de servicios shamanísticos, productos de la selva (plumas, papagayos, plantas medicinales) e incluso de productos cotizados (espejos y tejidos): y (iv) usaban como elemento de intercambio el «carato» (collar de 24 piezas de huesos). En la última fase, hay Claras evidencias de las relaciones entre los quixos y los caciques de Tacunga, con quienes mantenían alianzas mediadas por el intercambio de mujeres y la crianza recíproca de niños. LOS incas utilizaron estas relaciones para buscar contactos y penetrar en la zona, mas ello quedó en una fase muy inicial.

Indomables y guardianes del bosque. Es muy difícil determinar el número y la filiación de las diversas culturas ubicadas en la Amazonía. por su visibilidad, hemos agrupado en áreas específicas a los grupos pertenecientes a las áreas culturales de los quixos y shuar. Sin embargo, había otros grupos que no pertenecían a esos conjuntos culturales, que fueron señalados, en algunos casos de manera muy ambigua por los españoles: Andoas (Guasagas, Guallapayos o Tocureos, los Muratos o Kandoshi), los Coronados, Siona-Secoya tukano, chudavinas Oas, o Oaquis- Dequacas; Tupi (Apana Menor, Omaguas, Yrimara, Yetes, Pariana), Cofanes, Abijiras (Aushiris o Agonis, Waoranis y Sabela), Ardas, Encabellados (tukano) (Renard-Cosevitz, et.all. 1988).De este abigarrado y extenso número de grupos, tenemos mayor información arqueológica solamente de los Omaguas 0 Napo, que según estas estimaciones vivieron entre el 1200 y 1600 dc, en la riberas del río Napo y sus principales afluentes. Se trataba de organizaciones tribales, que vivían de la caza, pesca, recolección de productos y la horticultura. Al igual que en las diversas sociedades tribales amazónicas, el papel del shamán que consumía la bebida sagrada del yagué preparada en base de la ayahuasca para sus vuelos espirituales que los transformaban en jaguar 0 anaconda, era la clave de los procesos curativos, adivinatorios y propiciatorios que garantizaban la vida de las comunidades.

La persistencia en medio de la destrucción.
En el Siglo XVI, al momento de la invasión colonial española, en el flanco occidental de los Andes, se identificaron siete sociedades tribales: los Yaznes en el curso del río Puyango, al sur del Ecuador
(Caillavet, 1 985: 1 55); los Campaces, también llamados «Chono-Colorado» en las riveras del alto Daule; los Angamarca-Sigchos en la cuenca del Toachi (Navas, 1 987), Los Colorados 0 Yungas Colorados
(hoy correctamente auto identificados como Tsáchilas) en las cuencas del Toachi-Quinindé, Daule y Esmeraldas; los Yambos, los Cayapas (hoy autodenominados adecuadamente como Chachis), los Molabas (Palop Martínes, 1986: 231 ss). De estas sociedades tribales, en el territorio del Ecuador actual subsisten en la actualidad solamente dos pueblos, los Tsáchilas y los Chachis. A ellos se han agregados los Awa y Embero 0 Epera, como el resultado contemporáneo de migraciones y desplazamientos desde el norte. NO hay investigaciones arqueológicas sobre estos grupos, de manera que los conocimientos sobre su iconografía antigua son modestos. Los españoles buscaron integrarlos en un señorío comandado por los Litas, pero no fue posible convertirlos en tributarios. En la segunda mitad del Siglo XVII, los Cayapa aparecieron Otra vez en el escenario, esta vez aliados con los «mulatos» en las guerras intertribales, para volver a desaparecer en la espesura del bosque. Esta estrategia les permitió sobrevivir, para situarse en San Lorenzo y Muisne, donde actualmente viven.

Los descendientes de Etsa.

El área histórico-cultural de IOS shuar, podría denominarse más bien como «un conjunto lingüístico-cultural», definición que recoge con mayor propiedad las características de esta zona: asentamientos cambiantes y de escasa continuidad en el tiempo, caracterizados, sin embargo, por elementos culturales comunes. A pesar de la diversidad de asentamientos y de sus cambios continuos, los arqueólogos han identificado en ciertas zonas centrales, algunas fases: Valdez ha identificado asentamientos del paleoindio en el alto Chinchipe; y Porras identificó las fases «Pastaza» (2000 aC-1000 ac) y Chiguaza (1500 ac- 1000 ac), en el periodo formativo. A1 parecer, no hay una continuidad histórica entre ellas, pero, se trata, las dos Últimas, de formaciones tribales basadas en la caza, recolecci6n y pesca, combinada con algunos intercambios de larga distancia con culturas como Machalilla, Chorrera y Narrío. Conocemos que la lengua shuar (o jibaro) se hablé en toda la zona transversal de IOS bracamoros, paltas, guayacuntus, tallanas, en lo que podía denominarse, el intento mes acabado por crear un área transversal, intento que fuera interrumpido por la conquista incaica. Por los relatos incas, sabemos el interés y fracaso de Wayna Cápac por conquistar a los shuar del Alto Chinchipe, denominados Bracamoros, para consolidar la conquista de IOS paltas, guayacuntus y tallanes. Por los recientes estudios, sabemos que el llamado «conjunto lingüístico cultural jíbaro» estaba integrado por pueblos shuar, aguaruna, achuar y huambisa.

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